Democracia:
Falencias y fortalezas (1 de 2)
Por Max Montilla
El pasado martes se celebró a nivel internacional el “Dia de la democracia”. Desde aquel 08 de noviembre del 2007, se cumplían 13 años cuando la Asamblea de las Naciones Unidas (ONU) en la Resolución 62/7 decidió observar el 15 de septiembre Día Internacional de la Democracia. Adhiriéndome a esta celebración y releyendo el libro “Cuidemos la democracia”, escribo este artículo como siempre he hecho, con una visión holística.
En su informe sobre El estado de la democracia en el mundo 2019
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, el estudio más completo existente, IDEA Internacional analizó 158 países, subdivididos en seis regiones: África, América Latina y el Caribe, América del Norte, Asia y el Pacífico, Europa y Oriente Medio. Y elaboró 97 indicadores para medir resultados en cinco áreas:
a) gobierno representativo,
b) derechos fundamentales,
c) controles sobre los gobiernos,
d) imparcialidad de la administración, y
e) participación.
Se destacan entre sus conclusiones globales:
- “El número de democracias sigue aumentando. El mundo es más democrático que nunca”. “La proporción de países no democráticos se ha reducido a menos de la mitad desde 1975 (el 68 por ciento de los países en 1975 frente a solo el 20 por ciento en 2018)”. “El desempeño democrático y la calidad de muchas de las democracias de la tercera ola sigue siendo bajo; y la proporción de democracias débiles va en aumento”.
- “En 2018, la mitad de las democracias del mundo sufrieron una erosión con declives en al menos un subatributo de la democracia, y en el 15 por ciento de ellas se registraron declives en tres subatributos o más”.
- “Los aspectos de la democracia que han registrado los menores avances en las últimas cuatro décadas son los relativos a la reducción de la corrupción, el avance en la Igualdad de Género, el aumento de Igualdad entre los Grupos Sociales y el fortalecimiento de la Independencia Judicial”.
- “Entre los factores políticos que alientan la movilización populista se cuentan la crisis de representación de los partidos políticos tradicionales; el descenso del número de miembros de los partidos; y el aumento de la conciencia política y la movilización de la clase media desencantada por la percibida ineficacia de la democracia. Otros factores son la transformación y la desintegración de la cultura política debido al creciente individualismo; y la fragmentación y la polarización de la esfera pública, intensificadas por el surgimiento de las nuevas tecnologías y las redes sociales.”
Para América Latina, el estudio antes citado sugiere los siguientes factores de riesgo:
- Pérdida de independencia del poder judicial. Los retrocesos mayores habrían ocurrido en República Dominicana, Haití, Cuba, Nicaragua, Ecuador y Venezuela.
- Limitado acceso a la justicia. En el periodo 2012-17 se detectan mayores regresiones en cuatro países: Brasil, República Dominicana, Haití y Venezuela.
- Restricciones a la libertad de expresión. Seis países retroceden, en particular: Venezuela, Nicaragua, Panamá y Brasil.
- Baja representatividad de los gobiernos elegidos. Cuatro países retroceden en la limpieza de sus elecciones y seis muestran restricciones a la libertad de los partidos. La principal caída se registra en Venezuela.
RIESGOS PARA LA DEMOCRACIA EN AMÉRICA LATINA
Muchas de las falencias actuales continuarán y emergerán nuevas. Por tanto, es necesario efectuar un seguimiento permanente para medir la efectividad de las políticas adoptadas y anticipar los nuevos retos.
A futuro, se deben tener presente los siguientes hechos:
• La preferencia por la democracia desciende, de 60% a 48% entre 2010 y 2018 (Latinobarómetro 2018)
• La pobreza disminuyó entre 2002 y 2014 de 46% a 28,5%, luego se estancó y ahora remonta en 2020 a 29,8% (CEPAL, Panorama Social de América Latina, 2019)
• El crecimiento apenas superaría el 1,0% en 2020 (CEPAL, Proyección Crecimiento de ALC 2019-20, nov 2019).
• La violencia interna persiste y puede crecer. Altas cifras de homicidios, crimen común, narcotráfico y pandillas. Ahora se anticipa la acción de grupos violentos que destruyen bienes públicos y causan temor, y que operan escondidos en las amplias movilizaciones sociales.
• La movilización social está adquiriendo niveles sin precedentes. Ella es una expresión ciudadana cuando las personas no encuentran respuesta a sus problemas por la vía institucional, son postergados, excluidos y las personas no perciben respaldo de los gobiernos. Y está cambiando de forma. De la movilización encabezada por organizaciones sociales bien estructuradas y líderes conocidos se ha evolucionado a explosiones sociales sin conducción ni liderazgo, un “individualismo de masas”. También ha cambiado la actitud ante las policías. No temen a la policía ni a los militares, no han vivido los niveles de miseria y represión de las generaciones anteriores. Los manifestantes no huyen, se enfrentan. Las técnicas policiales no funcionan, lo que estimula actitudes de rebelión y violencia. Es un fenómeno mundial.
Pero algunas causas de la intensificación de las movilizaciones y explosiones sociales son:
- Aumento de la conciencia social y del rechazo a la elevada desigualdad.
- Vulnerabilidad de sectores medios, y precariedad de los que se hallan en pobreza y reclaman protección social.
- Las expectativas se elevan, alentadas por las tecnologías de comunicación y el mayor nivel educacional.
- Estado carente de capacidades suficientes para satisfacer las demandas sociales, especialmente los bienes públicos, lo que genera frustración.
- Brecha entre elite y ciudadanía, pérdida de legitimidad y desconfianza en las instituciones. Desborde y marginación de los partidos políticos.
- Protagonismo de nuevas generaciones nacidas en democracia, que aspiran a más oportunidades, mayor movilidad social y menos abusos.
Todos estos fenómenos harán más difícil la gobernabilidad y exigirán de más habilidades de los dirigentes y funcionarios, y de mayor coordinación interinstitucional, con participación ciudadana. Los movimientos sociales sacuden, pero no gobiernan. Las movilizaciones y protestas son pasajeras, están conformadas por grupos diversos que expresan distintas demandas, o son convocadas por redes sociales sin que aparezca uno o varios líderes que las conduzcan. Pero crean condiciones nuevas para impulsar reformas prioritarias. Abren las conciencias, y corren las fronteras de lo posible. Es tarea de los partidos recoger esas aspiraciones y desarrollar programas para corregir e innovar con inclusión. Si no se atienden a tiempo las demandas, en un diálogo social, un país puede ingresar a una etapa de deterioro político y decadencia social.
La crisis de la democracia representativa puede desembocar en una regresión democrática (regímenes híbridos), o en una situación de anomia (vacío político y Estado fallido), u ocasionar la irrupción de gobiernos populista-autoritarios.
Espero contar con su atención en el próximo artículo que culminará este escrito.