La Casa Blanca defendió la respuesta del presidente Barak Obama sobre las injerencias rusas durante la campaña electoral de los Estados Unidos.
El caso está monopolizando la discusión política después que se filtrara que la CIA acusa formalmente a Rusia de querer beneficiar al candidato ganador, el republicano Donald Trump, con el robo de información del Partido Demócrata incómoda para la candidata Hillary Clinton.
El debate sobre el papel de Obama, al que algunos demócratas acusan de haber sido demasiado cauto, creció con la publicación de una investigación del diario The New Times sobre la toma de decisiones de la Casa Blanca.
La investigación revela la frustración de algunos altos cargos por la lentitud de los servicios de inteligencia en culpar formalmente al Kremlin del pirateo.
La acusación se hizo en octubre, un mes antes de los comicios, pero sin esclarecer que el objetivo era ayuda a Trump, un admirador del presidente ruso Vladimir Putin.
“Habría sido inapropiado que el presidente estuviera presionando a la comunidad de inteligencia para que acelerara su análisis porque estaba preocupado por el impacto que podría tener [esa decisión] en su candidato preferido [Clinton] en la elección”, dijo el portavoz de Obama, Josh Earnest, en su rueda de prensa diaria.
“El presidente creyó importante que los servicios de inteligencia formularan el análisis más definitivo que pudieran hacer público y eso es lo que hicieron”, dijo.
Earnest subrayó que Obama quiso evitar la percepción de querer beneficiar a Clinton con la actuación de los servicios de inteligencia en un “ambiente” en el que Trump estaba sugiriendo que la elección iba a ser amañada en su contra. Pero el portavoz admitió que el impacto electoral del comunicado acusando a Rusia podría haber sido distinto si se hubiese difundido tres o cuatro meses antes.
El artículo del Times revela cómo en septiembre de 2015, 14 meses antes de las elecciones presidenciales, el FBI fue consciente de que al menos una computadora del Comité Nacional Demócrata había sido infiltrada por piratas cercanos al Gobierno ruso. La investigación exhibe errores cometidos por los demócratas que propiciaron el acceso a más información y también cómo el FBI podría haber actuado con más diligencia para frenar las incursiones. Los hackersacabaron teniendo acceso al correo privado de John Podesta, el presidente de la campaña de Clinton.