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HABLANDO CON EL SOBERANO

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Interpretación del hombre culto en el siglo XXI

Por Max Montilla

 

A lo largo de la historia, muchos pensadores han reflexionado sobre qué significa ser un «hombre culto». Para algunos, la cultura y el conocimiento son caminos hacia la libertad y la moral. Para otros, pueden ser una trampa que nos aleja de lo que realmente somos. En este artículo, veremos cómo dos grandes filósofos —Immanuel Kant y Jean-Jacques Rousseau— pensaban de forma muy diferente sobre este tema.

 

Immanuel Kant fue un filósofo alemán del siglo XVIII. Para él, la cultura y la educación tienen un papel fundamental en el desarrollo humano. Creía que una persona culta es aquella que ha aprendido a usar su razón y puede pensar por sí misma. Según Kant, la cultura nos ayuda a ser libres, responsables y a actuar correctamente.

 

Kant decía que muchas personas viven como niños, dependiendo siempre de otros para pensar o decidir. Pero la ilustración —es decir, el crecimiento en conocimiento y responsabilidad— nos permite salir de esa «minoría de edad». Ser culto, para Kant, no es solo saber mucho, sino vivir con principios morales, guiados por la razón.

 

Por otro lado, Jean-Jacques Rousseau, un filósofo suizo del mismo siglo, tenía una visión muy distinta. Para él, el ser humano nace bueno, libre y feliz en su estado natural. Pero la cultura, la educación formal y la sociedad organizada lo alejan de esa bondad original y lo vuelven egoísta, superficial y falso.

 

Rousseau soñaba con un ser humano más simple y auténtico. Decía que cuanto más “civilizado” es alguien, más se aleja de su verdadera humanidad. Para él, la cultura no mejora al hombre, sino que lo llena de apariencias y lo lleva a competir y a compararse con los demás, creando desigualdad y sufrimiento.

 

Mientras Kant cree que la cultura es una herramienta para alcanzar la libertad y la moral, Rousseau la ve como una cadena que nos aleja de la virtud natural. Para Kant, el hombre culto se hace mejor; para Rousseau, se aleja de lo que realmente es. Ambos valoran la moral, pero llegan a ella por caminos muy diferentes.

 

Esta es una gran pregunta. Tal vez Kant tenía razón al decir que necesitamos la razón y la educación para vivir con principios firmes. Pero también es cierto que Rousseau nos recuerda que no debemos olvidar nuestra humanidad, nuestra sencillez y nuestra capacidad de amar sin máscaras. La cultura puede ayudarnos, pero también puede alejarnos de lo esencial.

 

Quizás lo más sabio es buscar un equilibrio. La cultura es valiosa si nos hace más justos, más solidarios y más conscientes. Pero debemos cuidarnos de no usar el conocimiento para presumir o dominar a otros. Como enseñaba Jesús, lo más importante no es cuánto sabemos, sino cuánto amamos.

 

Nos leemos en otro artículo, Dios mediante 

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