El “hombre-masa”
Por Max Montilla
En esta Semana Mayor, donde la reflexión imperó, al menos eso espero, busqué este libro llamado: La rebelión de las masas. Hice la búsqueda, porque es mencionado en otro libro que estoy leyendo de Agustín Laje llamado: “Generación de idiotas”.
La figura del «hombre-masa» emergió como un arquetipo inquietante, analizado con perspicacia por el filósofo español José Ortega y Gasset. Su obra, La rebelión de las masas, no solo diagnosticó los males de su tiempo, sino que también legó reflexiones de una sorprendente actualidad para comprender los desafíos de nuestra propia era. Es destacable que inicia en el crisol de las transformaciones sociales del siglo XX.
Ortega y Gasset describe la aparición de un nuevo tipo de individuo: el hombre-masa, un ser atemporal, que no se define por su clase social, sino por su psicología. Paso a destacar sus características principales:
- Incapacidad de autocrítica y exigencia: El hombre-masa se siente perfecto y con derecho a todo, sin reconocer méritos superiores ni cuestionar sus propias opiniones. Carece de la humildad intelectual para aprender y admirar.
- Gusto por lo vulgar y lo fácil: Se contenta con la mediocridad y rechaza cualquier forma de excelencia o esfuerzo. Su criterio se basa en lo inmediato y placentero, sin aspirar a ideales más elevados.
- Hiperactividad y superficialidad: A pesar de su falta de profundidad, el hombre-masa se caracteriza por una intensa actividad, pero una actividad vacía de propósito y dirección. Se dispersa en múltiples intereses superficiales.
- Intervencionismo estatal: El hombre-masa tiende a exigir la intervención del Estado para satisfacer sus necesidades y deseos, sin comprender la complejidad de la gestión pública ni asumir responsabilidades individuales.
- Aversión a la minoría selecta: Siente resentimiento hacia aquellos que considera superiores intelectual o moralmente, buscando imponer su propia mediocridad como norma.
- Pérdida de la historia y la tradición: Vive en un presente perpetuo, ignorando o despreciando el legado del pasado y las enseñanzas de la historia.
Para Ortega y Gasset, el ascenso del hombre-masa representa una «rebelión» en el sentido de que este nuevo tipo de individuo, que históricamente había permanecido en un segundo plano, ahora ocupa el centro de la escena social y pretende imponer su visión del mundo. Esta rebelión amenaza con la «masificación» de la sociedad, donde la calidad y la distinción son sacrificadas en aras de la cantidad y la uniformidad.
El filósofo no aboga por una aristocracia social, sino por una «minoría selecta» entendida como aquellos individuos exigentes consigo mismos, capaces de esfuerzo y dedicados a la búsqueda de la excelencia en cualquier ámbito de la vida. Esta minoría es esencial para guiar y elevar el nivel de la sociedad en su conjunto.
En conclusión, Ortega y Gasset advierte sobre los peligros de esta masificación para la cultura, la política y el futuro de la civilización occidental. Subraya la importancia de la responsabilidad individual, el cultivo de la inteligencia y la valoración de la historia como antídotos contra la mediocridad y el conformismo del hombre-masa.
Nos leemos en otro artículo, Dios mediante.