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La Obediencia en el Siglo XXI: Autoridad, Ideología y la Influencia de la Opinión Pública

Por Max Montilla

montillamax@gmail.com 

Corría el año 1961, el psicólogo Stanley Milgram hizo un experimento en la Universidad de Yale que cambió la forma en que vemos la obediencia. Quería saber hasta qué punto la gente haría lo que se le ordena, incluso si esto significaba hacer daño a otros. El resultado fue sorprendente: mucha gente siguió las órdenes de una figura de autoridad, aunque iban en contra de lo que consideraban correcto. Esto nos hizo preguntarnos mucho sobre cómo actuamos cuando alguien con poder nos da una orden.

 

¿Qué demostró experimento? Una realidad incómoda: las personas pueden obedecer a una autoridad sin cuestionar si lo que hacen está bien o mal. En este caso, los participantes siguieron aplicando descargas eléctricas a otra persona porque alguien con autoridad se los pedía, aunque sabían que era incorrecto. Esto nos hace pensar en cómo actuamos hoy en día, donde la autoridad no siempre es una persona, sino que puede ser la opinión pública o una ideología.

 

Hoy, la influencia de las redes sociales, los medios y las ideologías puede ser igual de fuerte que la autoridad en el experimento de Milgram. Todos los días sentimos la presión de encajar con lo que la mayoría piensa o hace. Esta presión puede hacer que la gente se comporte de cierta manera, aunque no esté de acuerdo en el fondo. El deseo de ser aceptado y la presión del grupo son muy fuertes en la actualidad, al igual que lo era la autoridad en el experimento de Milgram.

 

Un buen ejemplo de esto es la «cultura de la cancelación», donde personas son marginadas por decir o hacer algo que va en contra de lo que la mayoría acepta. En este caso, la autoridad no es una persona, sino la opinión del grupo. Muchos, por miedo a ser rechazados, deciden callar o cambiar lo que piensan para evitar problemas. Esto no es tan diferente de lo que sucedió en el experimento de Milgram, solo que ahora la autoridad es el colectivo.

 

Podemos decir entonces que obedecer ciegamente a una ideología o a la opinión pública no es muy distinto a obedecer a una figura de autoridad. Las personas, por miedo a perder su lugar en la sociedad o ser criticadas, a veces aceptan ideas con las que no están de acuerdo, solo para evitar conflictos. El miedo a quedarse solo o a ser condenado por los demás es una forma moderna de control.

 

Entonces surge la gran pregunta: ¿cómo podemos evitar caer en la obediencia ciega, ya sea hacia una autoridad, una ideología o la opinión pública? El experimento de Milgram nos enseña la importancia de pensar de forma crítica y de cuestionar lo que nos dicen que hagamos. Hoy en día, donde hay tanta información y opiniones por todos lados, es importante tener una mente que busque lo que es correcto, en lugar de simplemente seguir lo que hace la mayoría.

 

Para resistir esa presión, necesitamos educación, capacidad para pensar por nuestra cuenta y valor para expresar lo que creemos. Aunque todos queremos ser aceptados, también es importante actuar de acuerdo a lo que creemos que es correcto. En un mundo donde la autoridad puede ser una ideología o la opinión de un grupo, es clave tener el coraje de pensar y actuar de manera independiente.

 

Al final, el experimento de Milgram nos hace pensar en nuestra relación con la autoridad, en todas sus formas. ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a dejar de lado nuestras creencias solo por seguir lo que dice una persona con poder o para evitar ser criticados? La respuesta a esta pregunta nos ayuda a entender cómo podemos mantener nuestra integridad en un mundo cada vez más conectado y con ideologías más fuertes.

 

Cabe destacar que, de este experimento existe un libro del propio autor llamado «Obedience to Authority: An Experimental View» (La obediencia a la autoridad: una visión experimental), donde se relata parte de lo que escribo aquí.

 

Piense con cabeza propia, aún eso sea contrario a lo que piensa la sociedad. Nos leemos en un próximo artículo. 

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