El nuevo sol dominicano: Ecoener impulsa la energía renovable en República Dominicana
Por Max Montilla
La República Dominicana está viviendo una transformación silenciosa pero profunda. Con la puesta en marcha de las plantas fotovoltaicas Cumayasa 4 y Payita 1, la empresa española Ecoener consolida la apuesta nacional por la energía limpia. Ambas infraestructuras suman más de 120 megavatios (MWp) y forman parte de una estrategia global que busca reducir la dependencia de los combustibles fósiles y fortalecer la seguridad energética del país.
Estos proyectos no son un experimento, sino una inversión planificada. Respaldados por contratos de compraventa de energía a 15 años, garantizan estabilidad económica y previsibilidad en el mercado eléctrico. Con estas incorporaciones, Ecoener eleva su capacidad operativa global a 623 MW, un aumento del 83 % respecto al año anterior. La magnitud del proyecto demuestra la confianza internacional en el potencial dominicano como centro de desarrollo energético regional.
El impacto social es tangible. Las nuevas plantas generarán electricidad suficiente para más de 235,000 hogares, evitando la emisión de 359,000 toneladas de dióxido de carbono al año. En un contexto donde la factura eléctrica pesa en los bolsillos de los ciudadanos, este avance representa una oportunidad real para impulsar tarifas más estables y sostenibles.
Ecoener no se detiene ahí. En desarrollo se encuentra Payita 2, un proyecto híbrido que incorporará baterías de almacenamiento, una innovación esencial para resolver la intermitencia de la energía solar. Esta tecnología permitirá mantener el suministro incluso en horas sin sol, marcando un precedente en la región y acercando al país a un modelo energético más resiliente y autónomo.
A pesar del entusiasmo, los retos son evidentes. La red eléctrica dominicana aún presenta pérdidas de transmisión, limitaciones técnicas y una demanda en constante crecimiento. La transición hacia fuentes renovables requiere políticas públicas coherentes, incentivos adecuados y una modernización urgente del sistema de distribución para integrar estas nuevas fuentes sin perder eficiencia.
El impulso de Ecoener puede ser el catalizador de un nuevo ciclo de inversión extranjera directa. El país ofrece un entorno estable, recursos solares abundantes y un marco regulatorio favorable. Si el Estado logra acompañar estas inversiones con formación técnica local y empleos bien remunerados, el desarrollo energético también se traducirá en progreso social.
Más allá de los beneficios económicos, este movimiento fortalece la independencia energética de la República Dominicana. En un escenario global marcado por la volatilidad del petróleo, producir más energía localmente significa reducir vulnerabilidades y reforzar la capacidad del país para enfrentar crisis internacionales con mayor estabilidad.
La transición energética no se mide solo en megavatios, sino en continuidad y visión. El reto será convertir este impulso inicial en una política de Estado duradera, que combine sostenibilidad, equidad y eficiencia. Si el país logra mantener este rumbo, no solo estará generando energía del sol, sino también una fuente inagotable de esperanza para las generaciones que vienen.
Nos leemos en otro articulo, Dios mediante.







































