(1ra. Parte)
Por Elby Cabrera
Economista
A propósito de la promoción que está fomentando el Banco Popular sobre “LA ECONOMIA NARANJA”, en el ámbito internacional, primero con la puesta en circulación del libro “Dominicana creativa, talento en la economía naranja”, luego con la participación en la Semana Dominicana realizada en el Reino Unido y así como otras actividades no menos importante, es una iniciativa que aplaudimos, ya que en este momento, noto una involución cultural. Solo debemos ver como un personaje del ámbito de la música urbana, de sobrenombre Bad Bunny, de un carisma indiscutible, tiene la capacidad de atraer miles de fans con una lírica sin un ápice de valores humanos.
Estamos evidentemente ante una descomposición social. Entonces es ahí donde cobra valor esta iniciativa de esta institución de intermediación financiera. Y es que la misma proyecta, tanto nacional como internacionalmente, la necesidad de potenciar la inventiva y el talento emprendedor de las nuevas generaciones de dominicanos, tanto en el país como en el exterior. Esto provoca un impacto económico de las industrias creativas y culturales, su dinamismo en la generación de empleos directos e indirectos. Ya ven que no todo está perdido, y que la cultura de valores humanos también aporta al PIB.
Pues de esto quiero hablarle en este artículo, sobre “La ECONOMIA NARANJA”, y es que la misma está relacionada con todas aquellas tareas que se hallan abiertamente vinculadas con el orbe de la cultura, el arte o la creatividad. En efecto, una serie de labores que radican en la evolución de pensamientos en bienes y servicios enlazados con el mundo de la cultura.
Vamos a exprimir en breves párrafos los conocimientos sobre LA ECONOMIA NARANJA, para que ustedes puedan discernir y cosechar las herramientas analíticas para capitalizar al máximo las coyunturas que se ocultan en las arterias del conocimiento que conforman las artes, los medios y las creaciones funcionales, porque no hay nada más grande y potente en los anales de la historia que una idea a la que le ha llegado su época.
La economía creativa, definida por Howkins, comprende los sectores en los que el valor de sus bienes y servicios se fundamenta en la propiedad intelectual: arquitectura, artes visuales y escénicas, artesanías, cine, diseño, editorial, investigación y desarrollo, juegos y juguetes, moda, música, publicidad, software, TV y radio, y videojuegos.
En tal sentido, si el motor de desarrollo de la Economía Naranja sigue modelos semejantes al de sus exportaciones, hoy por hoy, podría tener un crecimiento de más del 8% que el registrado hace diez años.
Es una realidad que el comercio de bienes y servicios creativos ha tenido un crecimiento significativo en los últimos 10 años: el mismo registra un crecimiento de más de un 100%, verbigracia: bienes creativos como las artes visuales y performativas, la Artesanía, la Audiovisual, el Diseño y nuevos medios; servicios creativos: la Arquitectura, La Cultura y recreación, la investigación y desarrollo y por último la Publicidad, los cuales reflejan casi el doble de lo que representó las transferencias de armas.
Cabe destacar, que aunque la desaceleración del comercio mundial ha impactado a todas las industrias como consecuencia del COVID-19, la economía creativa es una de la que mejor se ha recuperado.
No es casualidad que China sea la economía más grande del mundo y es que lidera esos sectores que integran a LA ECONOMIA NARANJA.
Continuaremos el tema en el próximo artículo.







































